Sistema de Partidos: Uruguay y Chile

Resumen correspondiente sólo a los casos chileno y uruguayo, el texto completo también abarca Argentina y Brasil.
Nombre del artículo: Política y Partidos. Ejercicio de Análisis comparado: Argentina, Chile, Brasil y Uruguay.
En: Desarrollo Económico, v. 25, Nº 100 (enero.marzo 1986)

Enviado por Germán Feierherd

Uruguay: El Estado del poder compartido
Dos partidos
tradicionales: Blancos (interior) y Colorados (Mo
ntevideo), nacidos de las luchas entre caudillos, persistencia de regionalismos y personalismo
Rasgo característico: régimen democrático con participación plena se da muy temprano, incorporación de sectores populares desde matriz partidaria antes que resultado de industrialización
A través de la Ley de Lemas, los partidos funcionaron como sistema. Mecanismo que permitió y estimuló la libre expresión de tendencias heterogéneas en el seno de un partido sin comprometer la unidad partidaria.
Se impulsa el fraccionalismo como medio para ampliar el territorio de caza del partido y bloquear la emergencia de un 1 sistema multipartidario. Restringe acceso a minorías (partidos ideológicos), condenados a marginalidad política
Estabilidad sistema descansó en:
- Restricciones formales a la competencia partidaria
- Institucionalización progresiva del compromiso interpartidario
Se pudo hacer esto dado: gran homogeneidad social del país (“un país de cercanías”), y porque el Estado se convirtió en feudo de los partidos
En su origen y funcionamiento, el sistema de partidos uruguayo está más próximo al de USA que al de Europa.
- lucha por el reparto de los recursos del estado sin distinciones ideológicas grandes
- compromiso entre partido para este reparto pero no el compromiso como modo de hacer política
La victoria o derrota electoral es contingente, importa la división de cargos y ventajas
Lucha partidaria con alianzas pasajeras supuso una identificación de la identidad partidaria con el Estado. La maquinaria estatal es una creación de los partidos al servicio del “gobierno de los partido” antes que de gobierno del Estado. Trilogía que mantuvo esto:
1. bipartidismo aparente o fragmentado
2. esquema de poder compartido
3. estado asistencialista
La sociedad uruguaya ingresó a la dictadura de manera gradual, partidos votaron el “estado de guerra interna” y la suspensión de las garantías como mecanismos para hacer frente a la guerrilla
Democracia de generales: FFAA “país convertido en una gran comisaría”

Chile: Continuidad institucional, discontinuidad social

La historia política chilena transcurrió con y a través de los partidos: el sistema partidario fue la “columna vertebral” de la sociedad
Clave para entender caso chileno: particular combinación de un sistema político gradualmente abierto a las fuerzas sociales organizadas y la dependencia de éstas de la lucha partidaria (amplio margen de institucionalización de la lucha social)
La fuerza de las organizaciones en la sociedad derivó de su inserción en un sistema institucional de negociación. A esa inserción (los partidos) subordinaron la lógica de su acción y de ella extrajeron la capacidad de presión sobre el Estado
Los clivajes de clase proveyeron el mapa cognitivo a través del cual se organizaron las identidades partidarias en la sociedad urbana que había emergido de las rentas del enclave minero. El campo siguió siendo territorio de los terratenientes.
1920´s comienza a gestarse la fisonomía política de la competencia partidaria. La izquierda se expresó a través del Partido Democrático, en los 30 se crea el Partido Socialista
Partidos organizados con referencia a las clases como pilares de la representación dejaron fuera del sistema institucional a sectores no industrializados, campesinos. “Partidos organizados a la europea en una sociedad cuyo sistema político estaba lejos de dar cuenta de toda la sociedad”
Cuestión social: nueva problemática política: redefinió clivajes nuevos. Partido Radical, tradicional aliado de los liberales, pasó a ser el centro de gravedad del sistema político como partido dominante en la coalición con el Partido Comunista y el Socialista (Frente Popular) primero, y como heredero de la sucesión abierta por la crisis del Frente Popular después.
1938-1947, experiencia del Frente Popular, hizo converger un sistema político abierto a la representación obrera con un modelo de desarrollo industrial dirigido desde el Estado
Los no representados hasta entonces, los campesinos, hacen su irrupción a través de la Democracia Cristiana, que combinó el encuentro de una elite tecnocrática con fuerzas de inspiración católica que anclaron sus raíces en el cristianismo social
Hasta 1964, triunfo electoral Democracia Cristiana, había funcionado un sistema de partidos cuya singularidad consistió en que ninguna fuerza política pudo imponerse sobre las otras, dado el papel neutralizador del centro (Partido Radical), ni perdió de manera absoluta su poder político. Con la Democracia Cristiana desaparece el centro político, abre la brecha para la llegada de la Unidad Popular al gobierno
Premisa de la Unidad Popular: transitar en democracia hacia el socialismo
El creciente desfasaje entre presiones sociales y capacidad del sistema político para absorberlas reforzó las identidades ideológicas que llamaban a una acción de ruptura con las instituciones políticas.

Conclusiones artículo Liliana De Riz (Desarrollo Económico 1986)

El artículo privilegia el estudio de los partidos desde el punto de vista de la transformación y crisis de los sistemas políticos. Parte de la idea clásica de los partidos como organizaciones en lucha por el poder.
Desde este planteo, emerge un sistema de diferencias en los modos de acción partidaria que expresan respuestas específicas a los problemas de la participación política y la construcción estatal de la unificación nacional en las cuatro sociedades estudiadas (Argentina, Brasil, Chile y Uruguay)
En la variante chilena y uruguaya, los partidos fueron los agentes centrales de la transformación-mantenimiento del statu quo. La vida política transcurrió con y a través de los partidos y no al margen o contra ellos.
En Argentina predominó un patrón organicista de acción política: las fuerzas políticas tendieron a confundirse con el todo, a devenir sinónimos de estado y de nación, tanto de derecha como a la izquierda; sin que se aceptaran las reglas del juego y los jugadores que las sociedad les proponía. Allí, el eje de la política fue la relación monopólica “partido-estado”. Esto colocó al estado como terreno decisivo de la lucha por la satisfacción de demandas de corto plazo, confundiendo, en un mismo movimiento, estado y sociedad. Las oposiciones se desarrollaron más que las identidades, y pese al arraigo de las subculturas políticas en la sociedad estas no siempre pudieron recortar clivajes nítidos entre partidos respecto de las cuestiones centrales para la organización social y política de la sociedad. A su vez, el particular modo en que se distribuyeron las identidades terminó por bloquear la función de mediación partidaria.
El caso de Brasil, muestra como el Estado se convierte en el principio por excelencia del orden y transformación de la sociedad. Allí, quedó pendiente la construcción de un sistema partidario con alcance nacional, capaz de transformar demandas en acción política, de representar a los ciudadanos. Las reglas del juego y los jugadores fueron sistemáticamente definidos por el Estado brasileño.
En Chile, el eje de la política que se moldeó a mitad del treinta, fue la relación monopólica “partidos-sociedad”. Esta relación de monopolio de los partidos, sobre las organizaciones sociales, hizo del sistema político el medio indirecto –pero fundamental- de la lucha contra el adversario. La morfología política del país muestra un sistema multipartidista organizado sobre bases clasistas a la europea, donde fue el desarrollo de las identidades organizadas alrededor de la distinción de clases el rasgo saliente. Ahora bien, De Riz destaca que esta misma función de mediación de los partidos, terminó por debilitar la representatividad partidaria.
Uruguay presenta una condición intermedia entre Chile y Argentina. El pluralismo institucional se expresó en el pacto entre dos partidos tradicionales de base policlasista que abarcaron (juntos) a la mayoría de la población. Esta relación de monopolio de los partidos tradicionales y el estado recibe el nombre de “el estado de poder compartido”. Los partidos funcionaron como agentes de mediación y las restricciones formales a la competencia partidaria evitaron la fragmentación. La dependencia de las organizaciones sociales a los partidos fue menor que en Chile, y sus estrategias menos condicionadas a la inserción en el sistema institucional de negociación.
El consenso sobre el régimen, a diferencia de Chile, fue también un amplio consenso sobre la naturaleza de la lucha partidaria y sobre el rol del estado.

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